Querida Catita… Recibí con mucho entusiasmo tu invitación para escribir unas palabras para tu blog.
Me pediste que hablara de deporte, libros o autonomía. Confieso que de estos tres temas, el que más me cautivó fue el de la autonomía. :)
Soy profesora de educación física y toda mi vida ha girado en torno a niños.
Podría hablarte de bloqueos directos y “pasa y corta”, o de libros de Montessori etcétera, pero optaré por la simple autonomía, que de simple no tiene nada, querida Catita.
Me enfrento diariamente al siguiente dilema en el Armazém 4: ¿cómo lograr dotar a los niños de herramientas que les den seguridad para que puedan arriesgar y, así, conseguir la tan deseada autonomía?
Tengo una historia divertida en el Armazém 4 que cuento en todas las reuniones de padres al principio del curso escolar. Al inicio, cuando abrimos, una madre llamó para preguntar cuál era la marca del pan que comprábamos para hacer los famosos sándwiches mixtos para los niños, ya que su hijo iba a cualquier panadería y decía que ninguna era como la del Armazém 4. Sonreí y le dije: “Oh, María, la cuestión no está en la marca del pan de molde, sino en el proceso, porque aquí es Pedrinho quien hace su propio sándwich mixto, ¡y por eso le sabe tan bien!” La madre quedó asombrada, ya que su hijo apenas había empezado la escuela primaria ese año.
Como este, podría dar decenas de otros ejemplos de cómo, en un intento de apoyar a nuestros hijos, terminamos coartando su autonomía. Esto sucede no porque seamos malos padres, sino porque nos resulta más fácil y rápido solucionar sus problemas, “ahorrando tiempo”, pero también (y no pocas veces) porque subestimamos las habilidades de los niños, creyendo que aún no pueden, sin siquiera preguntarles si quieren intentarlo.
Una simple tarea doméstica, como hacer la cama todos los días, ayudar a poner los platos en el lavavajillas o sacar al perro a pasear, pueden convertirse en rutinas desde pequeños y luego volverse hábitos tan comunes como lavarse los dientes.
Creo que la solución pasa por asignar diversas tareas/actividades a los niños para que puedan ir aumentando sus habilidades de forma gradual. Por ejemplo, no pedirás a un niño de 3 años que tienda la ropa, pero quizás, a uno de 8 ya sea relativamente fácil pedirle que fría un huevo.
Antes, crecíamos en familias numerosas, con primos y abuelos siempre presentes, y adquiríamos habilidades casi por "ósmosis" en ese contexto de "comunidad familiar". Hoy, los niños tienen todo su tiempo contabilizado en una frenética agenda milimétricamente gestionada, sin ni siquiera ser escuchados sobre su deseo de simplemente jugar.
Hay un episodio divertido con mis hijos que me hizo reflexionar y crear una rutina que hoy hago conscientemente, sabiendo que es un momento importante en la construcción de sus personalidades. Hablo del día de ordenar los juguetes para donar; ese día esparcimos por el suelo todo lo que es "chatarra" y seleccionamos lo que podemos/quieren donar. Con el tiempo, me di cuenta de que ese era "el momento" de la familia, no porque les diera pena regalar sus juguetes, no porque tuvieran que ordenar, sino porque simplemente tenían "mi atención" 100% dedicada. Yo ordenaba y me sentía bien, trabajaba el "desapego" y la "solidaridad", pero poco a poco me di cuenta de que lo mejor era estar ahí... jugando con "cosas" que ya ni recordaban que tenían, en una tarde de calidad.
Pero volviendo a la autonomía. Un día fui criticada por pedirle a mi hijo que fuera a comprar al supermercado bajo casa cuando tenía 5 años. Obviamente, siendo un entorno mínimamente controlado, creé ese momento como una oportunidad para darle la confianza suficiente para realizar esa tarea "de adulto". Le encantó la idea de poder ir solo a comprar plátanos. Volvió radiante con su éxito y comprendí que ese era el camino, porque de inmediato me pidió hacer "recados importantes". ¿Fue arriesgado? ¡Quizás! Pero solo con el riesgo los niños superan sus inseguridades y miedos (creo yo).
En el Armazém 4 intentamos ofrecer actividades desafiantes que creen nuevos estímulos para los niños. ¿Y sabes cuál es su favorita? ¡Ir "a la colina"! ¿Sabes qué es ir a la colina? Es subir un monte de tierra batida con zarzas y vegetación. Es una locura. Llevan un palo como bastón, ensucian los zapatos con barro y se arañan las piernas con las zarzas. Los más aventureros animan a los más cautelosos y siempre llegan jadeando diciendo “¡Rita, subimos hasta arriba y no tuvimos miedo!”
Si me permites, te dejo dos consejos: el primero es "no subestiméis las capacidades de vuestros hijos; lo lograrán, con más o menos dificultad". El segundo consejo: no digáis "¡cuidado, te vas a caer!" Decid mejor "¡Tú puedes, yo confío en ti!"